Archivo diario: jueves, 4 marzo, 2010

Enano, me retiro del fútbol

Me retiro del fútbol para siempre. No puedo decir que cuelgo las botas porque nunca las tuve puestas en serio, solo a medias en partidos de poca importancia para muchos, aunque para mí lo significaron todo. Recuerdo las primeras botas que me compré. Tenía 12 años cuando llegamos a Pryca para buscar las más baratas: unas Joma negras con la letra J amarilla que costaban 2.100 pesetas. Aluciné la primera vez que me las puse. En ese equipo duré un año, la Peña Arrabal, el filial del Mallorca. Mi abuelo, que vino una vez a verme, solía decir “A tís, el crío este le huye a la pelota, pijo”. Y era cierto. Me encantaba el fútbol en el parque, en el colegio, en la calle donde regateaba a todos y marcaba goles, en la Peña Arrabal jugando de defensa le temía a la pelota o más que nada al oponente. Eran los primeros indicios de mi personalidad en el campo, sacrificado para corre y dar todo por el equipo pero siempre con pavor a defender, imagino hoy que era por la decepción de que me anotaran un gol.

No volví a jugar un partido organizado hasta llegar a Estados Unidos, seis años después ya con 18. Fue la primera vez que jugué en hierba y me fascinó. En Coral Gables High School me hicieron capitán del equipo, con el cuál solo ganamos un partido en toda la temporada. Todos mis amigos, Silvio, Max, el Chorbo jugaban en el JV (segundo equipo) que era donde yo quería jugar, con los colegas, no con un montón de extraños que no sabían parar la pelota. Por eso en dos ocasiones bajé a la B, para divertirme con mis colegas. Aposté con Max que si yo marcaba él se rapaba el pelo, y si no conseguía anotar me lo raparía yo. Marqué dos goles, uno en cada partido. Max se rapó el pelo al cero.

Los torneos de 5 vs. 5 en el colegio, el Youth center, los partidos en las tardes en UM todos me llenaban de ilusión. Luego llegó Rubro Negro, un equipo de brasileños comandado por un uruguayo. Fui máximo goleador varios años jugando en campos con escasa hierba en Rubén Darío, el colegio de la 97 ave y la Flaggler. La Copa Latina varias veces. Y sobre todo el torne de consulados. No olvidaré nunca los dos goles que anoté a Uruguay, uno por la escuadra con la zurda. Recuerdo llorar mientras corría hacia la grada besándome el escudo de España. Sin duda ese año fue uno de los mejores equipos con los que he jugado y de lejos el que mejor ambiente tenía.

Llegaron los peores años de mi vida. Enfermo con insuficiencia renal, ya el cuerpo solo me daba para 15 minutos por partido. Los goles escaseaban, la velocidad desapareció, comenzaron a llegar las lesiones. En diciembre de 2003, una tarde en Tropical Park mi cuerpo dijo basta, el fútbol ya no era para mí. Seis meses después me transplantarían un riñón y nunca más volvería a jugar al fútbol.

Tras varios intentos fallidos de regresar a las canchas en estos últimos cinco años y con demasiados recuerdos todavía vivos, hoy Enano, me retiro del fútbol. Y te lo digo a ti, que a pesar de mi torpeza y mi mala leche en la cancha, has sido siempre mi fan número uno, igual que yo de ti. Te recuerdo siempre correr por la banda cuando armábamos un contraataque o saltar como loco cuando marqué de cabeza en la semifinal en Rubén Darío. Las largas horas hablando de cómo podíamos haber hecho las cosas diferentes dentro de la cancha. Nadie mejor que tú sabe lo que esto significa para mí. Dejar el deporte que llevo dentro, la satisfacción de golpear una pelota, de verla llegar a su destino, la inconmensurable dicha de anotar un gol. Seguiré viviendo el fútbol a través de tu zurda endemoniada, esa que volvía locos a todos cuando eras eso, un enano de verdad con tan solo 12 años.

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