Hay días que no quiero ver a nadie. Que las multitudes me molestan. Que prefiero un camino estrecho a un parque lleno de gente. Si me dieran a elegir prefiero un lugar desierto, un paseo en Deering State o una playa vacía. Un restaurante sin clientes. Un cine desolado, aunque la película sea mala. Quizá por eso me gustaba tanto el Oggie de la Flagger y la 87 ave. y el cine del mall de las Américas, o el que estaba enfrente de Sunset place.
Sobre todo los viernes, no me apetece ver a nadie, o a casi nadie. Después de la acelerada semana solo quiero pisar el freno, a solas.
Hoy es domingo y siento que es viernes. Seguro será porque no tuve viernes. Por suerte estoy solo, con el freno puesto. Mi computadora y yo, solos.