A parte de dos hijos preciosos que me dicen «Papi I love you» sin motivo o razón, o me abrazan de sopetón, tengo amigos que me escuchan y familiares que se retuercen cuando les cuento. A todos, gracias por la paciencia, por soportarme, por escucharme y otros por leerme. Hoy invertí la pirámide, en vez de verme abajo y tener que escalar la cuesta, llegué al momento más alto de dolor, y ahora, cuesta abajo empiezo a soltar mi pasado. Nos vemos al final de la cuesta, allí abajo, donde por fin podré yo escuchar vuestros problemas.
…Y si, nos vemos alli abajo, pero no para hablar de problemas!! Para sonreirle a la vida, por tener amigos y familiares, siempre.