Nos vamos de Safari. Siempre quise hacer uno, por mi afición a la fotografía y mi admiración al mundo animal. Más en particular a los leones, leopardos, chitas, tigres (claro, aquí no hay) y por qué no, también los elefantes, cebras y jirafas. Pero el león es el animal que me cautiva por excelencia. Sus garras, su pelo y su cola, su caminar déspota y su feroz instinto al cazar.
No voy preparado al safari. Solo una Nikon D300s con un 18-200, unos pantalones de pijo, unas Nike sin estrenar y un principio de resfriado. O lo que es lo mismo, un safari de guiri. De todas maneras me llevo dos teléfonos y ocho granolas de chocolate. No puedo quitarme de la cabeza la película Prey, esa que muestra una familia quedarse atrapada en el jeep rodeado de leones. Por si acaso ya voy repasando en mi cabeza cuál sería el plan de escape.
Si no regreso ya sabéis, enterrar lo que quede de mí con la camiseta de España.